martes, 17 de agosto de 2010

Capítulo 7


VII

Radio-patio

Era él. No, no era él. No podía ser él. No era posible. ¡Ouch! ¿por qué no habré cerrado las cortinas? O simplemente, ¿por qué no me habré comportado como una persona normal? ¿Por qué estaba haciendo el moñas cantando con mi peine modo micrófono? Ah claro, ya sé, porque soy una tarada y porque se suponía que vendría la semana que viene.

- Duna, ¿estás bien? ¿Te has hecho daño?
- ¿Eh? –contesté aturdida. ¡Oh mierda! Aun encima me había tropezado con el susto. ¿Podría ser más patética?- Eh… ¡Ah! No, no. Osea sí, un poco… pero estoy bien… es que… yo bueno… no contaba con… osea que… bueno… que…
- Jajaja. ¿Quieres arrancar de una vez?
- Sí claro… esto que… que me asustaste y por eso me caí.
- Oh vaya, lo siento –dijo con una cara que intentaba ocultar la risa que estaba a punto de estallar- jajaja ¡Qué hostión! Pena no haberlo grabado… ais… mira que puedes llegar a ser torpe.
- Eh… gracias… muy amable pero, ¿se puede saber qué estás haciendo aquí? ¿No se suponía que volvías la semana que viene? –dije recuperándome del shock que me producía verlo.
- Se suponía, tú lo has dicho. Nada, ya sabes que mi padre es un hombre ocupado que no se puede permitir ni dos semanas de vacaciones.
- Vaya se te ve muy contento.
- Es que me repatea que siempre haga lo mismo y nos deje colgados por el puto trabajo.
- Ya veo ya pero, ¿por qué no os quedasteis tu madre y tú?
- Pufff porque mi madre empezó con el asunto de que ella no se quedaba sola con su suegra, que no era su madre, ya sabes cómo se llevan esas dos. Y bueno también por las clases, que no le molaba que perdiera una semana por estar en Nueva York.
- Joder, pues vaya putada.
- Seh, te diré. Con tal de tocar los cojones…
- Bueno pero por lo menos estuviste una semana en Nueva York, no te quejes.
- Mira quién lo va a decir, la que no estuvo un mes en Ibiza, rodeada de fiesta, playa y guiris. ¡Tengo todo el derecho a quejarme!
- Jajaja. Bueno visto así, quizás tengas razón.
- Claro que la tengo. Oye, por cierto…
- Dime.
- Estás muy guapa. Se ve que te sentó bien el verano. Deberías llevar más a menudo el pelo suelto y tirar a la basura esas gafas horrorosas que llevas.

¡¡¡KLONCH!!! Ese fue el ruido que hicieron mis neuronas al romperse en mil pedazos por el impacto de sus palabras.

- Eh… gracias… -dije intentando ocultar lo emocionada que me sentía y disimulando la ausencia de neuronas.
- ¡JASON LA CENA ESTÁ LISTA! –y la voz de Cristina, la madre de Jason, fue la campana que me salvó de una situación en la que no me sabría desenvolver y en la que acabaría haciendo el ridículo.
- ¡Ya va mamá! Bueno ya la has escuchado… piro a cenar… nos vemos mañana en el insti…
- Claro. Abur.
- Ciao –dijo con esa maldita sonrisa que hacía que me temblaran las rodillas mientras cerraba la cristalera de su terraza.

Ahhh… Jason… Jason Andersen… por lo menos la Zorra esa que se tiraba a Él trajo algo bueno, a Jason. Bueno, a ver que me explico, que puede parecer que es su hijo y no, para nada. Cuando pasó todo lo de Él, el marido de la Zorra, un viejales millonetis que le consentía todos los caprichos, la acabó echando y vendiendo la casa (¡que la jodan!). No tengo ni la menor idea de lo que fue de ella, ni me importa, porque lo importante es que su casa fue comprada por la familia Andersen que tenía un hijo de mi edad, sí, Jason.



 

3 comentarios:

  1. Me encanta la historia^^ Y sí, era él xD Me alegro de que te guste mi blog :DD

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  2. Ayyss espero que esos dos acaben juntos o algo por el estilo=)
    Me encanta tu historia, esto cada vez se pone más interesante.
    ¡Un beso! =)

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  3. Muchas gracias chicas por pasaros!!!!
    Un besiño!!!!

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