Estaba yo con mi portátil cuando empezó a responder con lentitud. Solo tuve que pulsar reiniciar y todo lo que había en pantalla desapareció para ser sustituido por un fondo negro. Después todo volvió a la normalidad, como si nunca hubiera habido un problema.
"Qué envidia", pensé. Mi pequeño portátil me lleva siglos de ventaja. Esa maldita manía mía de querer ser una máquina, fría y perfecta.