jueves, 12 de agosto de 2010

Capítulo 4


IV

Ensalada de brotes y recuerdos amargos

- ¿Dónde está tu hermano?
- No sé mamá, estará en su habitación. Me sorprende que no haya escuchado tus berridos… -dije mientras me sentaba a la mesa.
- Oh cielo… ¿estás bien? Te noto el aura un poco cargada. ¿Estás nerviosa por empezar mañana el bachiller? Si quieres podemos hacer luego una limpieza, ya verás como después descansas mucho mejor y mañana te levantas mucho más positiva y llena de energía.
- No, gracias mamá. Ya sabes que los vapores del incienso ese que usas me dan alergia –intenté colarle para evitar el circo que monta con este tipo de cosas.
- Mmmm… cierto…

Y esta es mi madre, Teresa. Teté para los amigos. Ahora mismo mastica su ensalada de brotes de soja y apio con la mirada ausente. Información para nuevos navegantes: eso significa que ya está otra vez en sus mundos de yupi, pensando en su última exposición que, según sus propias palabras “representan la belleza de una sociedad antropófaga y decadente que no comprende su propia naturaleza y por eso vaga perdida en los nuevos mundos digitales”. Yo no acabo de comprender muy bien lo que significa pero parece ser que vende bien y mucho porque si no ya me contaréis cómo una madre soltera con dos hijos se puede permitir una casa de diseño en una urbanización pija a las afueras de la ciudad.

- ¡Hola mamá! ¿Qué pasa enana?

Ese que con razón me llama enana porque soy un retaco es mi hermano Gael. Lo adoro. Os puedo asegurar que es el mejor hermano del mundo. Es la persona sensata y responsable de esta casa porque como habréis podido comprobar mi madre está un tanto trastornada y yo no tengo porqué ser la responsable, soy la pequeña de la familia. Una familia compuesta por tres personas, pequeña pero suficiente. Hubo un día, hace mucho tiempo, en el que también estaba Él, mi padre. Yo era muy pequeña cuando se fue y casi no me acuerdo de él. Pero hay una cosa que nunca olvidaré, el último día que estuvo en casa.

Mamá nos iba a llevar al zoo y luego a ver una obra de marionetas y Él nos estaba preparando para la excursión mientras mi madre se terminaba de arreglar. Recuerdo que en aquel momento yo lo quería, recuerdo que nos divertíamos con él, que parecía un buen padre. Nos despedimos los tres de Él y nos fuimos al zoo. No llegamos a ver a las marionetas porque a mi hermano le picó un mosquito y tuvimos que volver a casa para que se pusiera su pomada para la alergia. Y entonces ocurrió todo. Al entrar al salón para subir al piso de arriba a coger la pomada, nos encontramos a mi padre encima de una mujer. Entonces era muy pequeña para comprender lo que ocurría. Mi madre nos tapó los ojos y nos llevó a su cuarto sin decirle ni una sola palabra. Nos sentó con ella en la cama y se quedó mirando al vacío. Quise preguntarle qué hacíamos allí pero ella tenía los ojos raros. Había algo raro en su mirada. Sus ojos eran como los del perro que mi tía abuela Ofelia tenía disecado al lado del televisor. Me asusté. Me asusté mucho. E hice lo único que sabe hacer una niña cuando tiene miedo: llorar y correr. Salí corriendo de la habitación mientras mi madre permanecía inmóvil en la cama, con la única compañía de mi hermano que le agarraba la mano sin quejarse ni una sola vez de su brazo que cada vez estaba más hinchado por la picadura.

Encontré a mi padre terminando de vestirse, a su lado, en el sofá, estaba nuestra vecina calzándose sus super sandalias de diseño.

- ¡La has roto! ¡Has roto a mamá! –le grité con todas mis fuerzas.

No abrió la boca. No dijo ni una sola palabra. Agachó la cabeza y terminó de abotonarse la camisa. Cuando volvió a levantar la cabeza le hizo un gesto a la vecina que también había acabado de vestirse. Sin mirarme ni una sola vez salió de mi vida para siempre de la mano de la estirada esa. Yo tenía cinco años. Mi hermano siete. Teníamos cinco y siete años cuando mi padre murió y pasó a llamarse Él.


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2 comentarios:

  1. Quisiera poder decir algo más que "Me encantó" pero lo cierto es que me quedé sin palabras.
    Un abrazo, y sigue así :)

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  2. Muchísimas gracias Liz! Tus comentarios siempre me animan un montón! Prometo seguir así mientras no pierda inspiración...
    Un besiño y mil gracias por seguir mi historia!

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